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La batalla de la desinformación en tiempos del coronavirus

Desde que se decretara el Estado de Alarma para frenar el COVID-19 y España entera quedara confinada en casa, las redes sociales se han convertido en una vía de escape que nos permite estar más cerca de nuestros familiares y amigos. Junto a los mensajes de nuestros seres queridos, seguro que todos vosotros sufrís el bombardeo diario de noticias, vídeos y memes que recibimos a diario. Bien sea contándote la última “solución mágica” contra el coronavirus o bien las “bondades” de cierto país lejano (generalmente, poco o nada democrático) en la lucha contra la pandemia. O ya no hablemos de las típicas teorías de la conspiración, solo que esta vez relacionadas con el coronavirus. Sí, tú también eres una víctima potencial de la plaga de las fake news.

Mientras nuestros sanitarios (a los que nunca les podremos estar lo suficientemente agradecidos) se dejan la piel en protegernos contra el coronavirus, otros aprovechan la pandemia para propagar sus bulos. A pesar de que Occidente está inmerso en pelear contra la que es la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, la batalla geopolítica no descansa. Solo que esta vez, en lugar de lanzarnos bombas como en tiempos pasados, el arma más poderosa es la desinformación, pues ataca al corazón de las democracias occidentales: la libertad de expresión.

La situación de pandemia y de agitación política que estamos viviendo presentan el caldo de cultivo perfecto para la guerra de información. Y el blanco de estos ataques suele ser siempre la organización que, a pesar de sus defectos, ha hecho más por la paz y la prosperidad en nuestro continente: la Unión Europea. Esta ofensiva no son algo nuevo, sino que viene repitiéndose en los últimos años. Lo vimos durante el referéndum del Brexit o durante el golpe posmoderno que el nacionalismo catalán perpetró en Cataluña.

Las democracias occidentales debemos indudablemente defendernos contra estos ataques, que tienen como objetivo socavar nuestro sistema democrático de libertades. La Unión Europea y la OTAN llevan ya tiempo luchando contra estos ataques. Expertos de ambas organizaciones luchan para identificar, desmontar y contrarrestar las injerencias que buscan socavar la imagen de la UE a lo largo de todo el continente. Y ahora, según las palabras de Pedro Sánchez el miércoles pasado en sede parlamentaria, parece que le ha llegado el turno al Gobierno de España.

Reconozco que, en un primer momento, me sentí esperanzado por las palabras del Presidente. Que el Gobierno se pusiese a luchar contra la desinformación era, desde luego, una buena noticia. Pero la alegría se transformó en preocupación en el momento en el que Sánchez, en el mismo discurso, se dedicó a acusar a la oposición de ser los promotores de esas fake news. Craso error. La lucha contra la desinformación ha de ser una política de Estado para defender nuestra democracia, no un arma arrojadiza del Gobierno contra la oposición.

Lo más grave de todo es el mensaje implícito en su discurso: la única verdad posible es la versión oficial del Gobierno. En ese caso, disentir sobre los postulados gubernamentales te califica como difusor de mentiras y desinformación, tal y como ya hiciera el Presidente en sede parlamentaria. El remedio demuestra ser peor que la enfermedad. La pluralidad y la libertad de expresión son lo que caracteriza a nuestra democracia. Pretender que la única información fiable sea la versión oficial no nos defiende de los ataques de esos países poco democráticos, sino que nos acerca peligrosamente a ellos.

La única manera de luchar contra las fake news no es censurando, sino “empoderando” a los ciudadanos. Esa palabra tantas veces repetida por el gobierno de coalición pero que, a la hora de la verdad, poco o nada ponen en práctica. No hay mejor manera de defendernos contra los bulos que desconfiar automáticamente de todo lo que nos dicen. Y eso va tanto por los WhatsApp como por las versiones “oficiales”. Sólo con una actitud crítica, contrastando siempre la información (por ejemplo, con una rápida búsqueda en “Google”) y no reenviando aquellos mensajes cuya veracidad no esté confirmada conseguiremos inmunizarnos contra los mismos. Y dejaremos sin argumentos a quienes quieren aprovechar la guerra de información para implantar un “Ministerio de la Verdad”. De todos nosotros depende.

Artículo de Opinión publicado en e-notícies.cat el 13 de Abril de 2020.

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